Luisa Miñana nos recuerda que el cuidado del entorno es tan importante para la evolución de las especies como la protección mutua entre los individuos, proceso en el que la naturaleza contempla la diversidad como una imprescindible normalización. Se nos ofrece una oportuna ocasión para profundizar en las diversidades como rasgos individuales, a los que tenemos que responder con rigor ético y profesional, sin desvirtuar la identidad y sin atribuir etiquetas que solo sirven para clasificar o recordar.
Estamos ante una historia de amor contada con desnuda naturalidad. Impacta la lucha cotidiana de los personajes y sus estados dopaminérgicos, marcados tanto por la individualidad como por las complejas circunstancias sociales de una época, a la vez que analiza con criterio las respuestas, las normas y los protocolos, que van apareciendo en el desarrollo de la vida del protagonista. No faltan inserciones poéticas que inspiran gran curiosidad y sensibilidad por una sociedad plural y diversa.
La obra es un homenaje a la singularidad de la especie humana, que nos conecta con la realidad profunda de lo más sensible: la fragilidad y el amor.