El presente ensayo intenta limpiar el juego de sus elementos espurios, mostrándolo tal cual es, en su esencia más genuina (jugadores, juguetes, tableros y rayuelas, tiempo de jugar, máscaras y disfraces, competencias, el azar), sin perder de vista su valor social. Se analizan usos y abusos del juego. Y los pros y los contras del avance de la educación y del mundo de los adultos sobre ese bastión de la libertad que son los juegos infantiles. Se explicará por qué decimos que jugar es fundar un orden. Y por qué definimos al juego como espacio mágico y simbólico dentro del cual la muerte y los terrores básicos al vacío, al caos y a la deriva logran ser conjugados.