Este ensayo se centra, en particular, en el ámbito tradicionalmente denominado estética, al que él prefiere referirse como poética. Frente a la mera supresión de la distinción entre realidad y apariencia —rasgo característico de la metafísica, y sugerido por ciertos nuevos realismos— Benoist propone, en cambio, su desplazamiento y relocalización en lo real: reconociendo así la realidad de las apariencias.