¿Puede perdurar el capitalismo global? La pregunta se ha vuelto acuciante en un mundo asolado por la incertidumbre económica, los estallidos bélicos y la crisis ecológica. La respuesta de Robinson es aparentemente poco optimista. El capitalismo ha entrado en una crisis estructural para la que no hay visos de que encuentre una solución sencilla, no al menos al modo de las crisis anteriores a las que siguió un nuevo ciclo de crecimiento y expansión. Algunos factores importantes parecen impedir, o al menos limitar, los efectos de estas posibles recuperaciones. Estos tienen que ver con la tendencia de larga data a la caída de la tasa de beneficio, una productividad con incrementos decrecientes y una desigualdad excesiva, que redunda en los problemas de realización del capital. Igualmente, la digitalización y la financiarización, convertidos en los dos grandes motores de la actual economía política, parecen ser tanto causas como agravantes de estos problemas. La creciente crisis de legitimidad y de hegemonía de las clases dominantes apunta además a una caída generalizada de las capacidades del Estado para gobern