«Angélica Liddell escribe con los nervios, con el asco, con la fiebre de los que están fuera de sitio por voluntad y por destino.»
Antonio Lucas, El Mundo
Madres que atentan contra sus hijos, hijos que matan a sus padres, escritores salvajes en guerra con las instituciones, suicidas o criminales confesos se dan cita en unos relatos en los que no hay ni redención ni consuelo.
En este desfile de cuerpos rotos, infancias mutiladas, amores dolorosos y crímenes sin castigo, Angélica Liddell traspasa los límites del lenguaje y la moral para construir un retrato feroz de lo humano: la violencia familiar, el deseo de destrucción, el tedio y la muerte conviven en un conjunto de escenas repletas de imágenes grotescas y belleza.