Desde el discurso oficial y la corrección política cotidiana, la defensa y la celebración de las lenguas originarias en México es incuestionable. Sin embargo, en el grueso de la población que se considera mestiza y en las acciones reales del Estado mexicano, la discriminación y el desprecio por sus hablantes es evidente. Esta colección de ensayos señala dichas contradicciones, así como la permanencia de prejuicios racistas en la relación cotidiana que se tiene con las lenguas indígenas que se hablan en México. Estos ensayos, lejos de caer en la lamentación o acusación intransigente, evidencian en su escritura que son el resultado de una autorreflexión profunda y honesta que conduce al lector a ejercer la autocrítica de manera similar: ¿Qué concepciones erradas tenemos sobre las lenguas originarias? ¿Las conocemos? ¿Cuáles son los prejuicios con los que convivimos con ellas? ¿Cómo cambiar nuestra actitud y contribuir a su revitalización? Este libro, además de mostrar la importancia de la resistencia de los pueblos originarios, es una invitación a valorar y disfrutar la diversidad lingüística escrita desde la experiencia y el pensamiento de una mujer mixe, fuerte defensora de los derechos lingüísticos en América Latina.