Vladímir P envejece a marchas forzadas aislado en un mundo poblado por los recuerdos de sus años en el poder. Para desprenderse del antaño todopoderoso gran líder con todos los honores (y horrores), y no levantar sospechas entre sus súbditos sobre su difícilmente disimulable demencia senil, se le invita con sumo tacto a pasar el resto de sus días confinado en una suerte de exilio vacacional entre los muros de su lujosa dacha, al atento ùy todo menos desinteresadoù cuidado de su personal doméstico. Tan solo el bueno de Sheremetev, enfermero que le atiende a todas horas, ignora que el resto del personal está valiéndose de todos los medios a su alcance para sacar provecho de la riqueza amasada por su patrón. Pero cuando el fiel enfermero, inasequible a las corruptelas de palacio, se ve imperiosamente obligado a reunir, con suma celeridad, una importante suma de dinero para sobornar a un fiscal o, de lo contrario, resignarse a ver cómo su subversivo sobrino se pudre sin remedio en la cárcel, el avispado chef de la dacha le descubre las irresistibles tentaciones del secreto mundo de las comisiones que se mueve a